Una mirada del contexto global y regional de la educación en la formación de alumnos universitarios.



Los recursos tecnológicos están presentes en nuestras aulas, forman parte del aprendizaje y la comunicación.

En pleno siglo XXI en tiempos de abundancia cognitiva, de sociedad conectada y en red ésta propone nuevos retos al profesor universitario, que debe ser consciente de las nuevas habilidades que implica su rol docente. La tarea principal del docente es guiar a sus alumnos y su gestión debe estar centrada en el desafío que conlleva transmitir un cúmulo de conocimientos a cada uno de ellos y a la vez trabajar sobre el desarrollo de destrezas y competencias que le permitan insertarse en el mundo del trabajo.

Según Delors, J. (1994) el siglo XXI, ofrecerá recursos sin precedentes tanto a la circulación y al almacenamiento de información como a la comunicación, planteará a la educación una doble exigencia que, a primera vista, puede parecer casi contradictoria: la educación deberá transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos teóricos y técnicos evolutivos, adaptados a la civilización cognoscitiva, porque son las bases de las competencias del futuro.
Aula tradicional y  a la vez muy actual. Podría ser una foto del Aula Magna
 de la Facultad de Ingeniería de la UNSJ


En éste panorama educativo y teniendo en mente que en nuestras aulas universitarias mantiene mucha vigencia y presencia el modelo pedagógico tradicional –con diversas variantes– a punto tal que es aceptado por la comunidad universitaria y por la sociedad  en general y a su vez es muy difícil de cambiar, surgen ámbitos de reflexión cómo éste (Aulas de la Diplomatura de Educación y Tecnología en tiempos deconvergencia) que nos ayudan a realizar críticas, y cuestionamientos a nuestras prácticas docentes y al sistema educativo universitario en general.

Se cuestiona, por ejemplo, su baja eficacia: el abuso de la exposición de contenidos como método principal, que hace que, buena parte de lo transmitido se recuerde hasta el momento de la evaluación y se olvide luego, sin tener mayor impacto en las prácticas cotidianas de las personas. Es decir con un bajo o nulo residuo congnitivo. Cuando nos referimos al residuo cognitivo, estamos hablando de la interacción de los alumnos con las TIC's y a la integración de los contenidos con las computadoras, tablets, celulares inteligentes, etc., generando capacidades y habilidades transferibles a otras situaciones.
Frente a estas críticas, nosotros mismos planteamos alternativas y a veces escusas, pero lo importante es la búsqueda de una continua retroalimentación, que nos permita a los docentes reinventarnos, guiar a nuestros alumnos en la construcción del conocimiento, en la formación de criterio que permitan no dejarse sumergir por las corrientes de informaciones más o menos efímeras que invaden los espacios públicos y privados y conservar el rumbo en proyectos de desarrollo individuales y colectivos. En cierto sentido, la educación universitaria, y en particular nuestro aporte, debe proporcionar las cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua agitación y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él.

Esa agitación se ve impregnada de la “Revolución Tecnológica que nos arrasa, nos sumerge y si no aprendemos a movernos en ella, también nos puede excluir.
Otro fenómeno que surge de la Revolución Tecnológica es la Convergencia Tecnológica, a tener en cuenta cuando intentamos desarrollar nuestras prácticas didácticas con el mayor profesionalismo posible. 

Con esas perspectivas se ha vuelto imposible, y hasta inadecuado, responder de manera puramente cuantitativa a la insaciable demanda de educación, que entraña un bagaje escolar cada vez más voluminoso. Es que ya no basta con que cada individuo acumule al comienzo de su vida una reserva de conocimientos a la que podrá recurrir después sin límites.
Sobre todo, debe estar en condiciones de aprovechar y utilizar durante toda la vida cada oportunidad que se le presente de actualizar, profundizar y enriquecer ese primer saber y de adaptarse a un mundo en permanente cambio. He aqui, la importancia de esa nueva corriente de pensamiento, el aprendizaje ubicuo. Es decir, como guías debemos aprender y reconocer que nuestros alumnos pertenecen a otra generación, que utilizan los recursos de otra manera y aprovecharnos de eso potenciando la autonomía y el aprendizaje en cualquier lugar y utilizando distintos recursos tecnológicos.
Para  terminar ésta reflexión, y con ánimos de ser resilientes y optimistas, queda mucho por aprender y enseñar, pero si no perdemos de vista que para cumplir el conjunto de las misiones que les son propias, la educación debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento: aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. 

A continuación les dejamos una nube de etiquetas creada con las ideas claves de éste post, con el objetivo de mostrar una unidad integrada.






Comentarios

  1. Hola María Rosa me pareció muy completo e interesante tu informe , estoy de acuerdo con vos y pienso que la universidad debería también cambiar el enfoque tradicional a un enfoque crítico dialógico centrado en los procesos y en la construcción colectiva de saberes, si bien es un gran cambio y se necesita tiempo, trabajo y capacitaciones, me parece un gran avance que se replanteen la forma de dar clases.

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